Hay algo en los caballos que ningún otro animal tiene, a día de hoy sigo sin saber que es eso exactamente...
Nos llama su expresión libre en el movimiento, su sentido de la familia, su elegancia... cada uno pone la atención en la parte que más admira sin embargo, les ponemos artilugios, monturas, hierros en boca y pies, un jinete diciendo en cada momento lo que tiene que hacer y se nos olvida esa mirada que teníamos en la niñez, esa pureza y admiración desde la inocencia...
Y es que cuando nace un niño con esa admiración al caballo la opción de los padres únicamente es llevarlos a montar a un centro hípico. No sé si os acordáis de esa primera experiencia. La mía fue así: Cuando llegué el caballo ya estaba cepillado, ensillado con la cabezada puesta y listo para montar.
Me llevaron el caballo a la pista, pie y arriba, empieza tu clase.
La equitación es una cosa y el caballo es otra. Hay algo que no encaja. No podemos exigir mucho más a este mundo cuando cogemos a un niño que le apasionan los caballos y únicamente le enseñamos equitación, aunque cada vez hay más apertura en este aspecto veo todavía muchas fallas.
Pongámonos en el caso contrario, viene un niño, le explicas cómo interactúa un caballo, como trabaja en equipo, como funciona su manada, su necesidad de compañía, de espacio, de pasto, la duración de sus siestas, cómo duermen, cuán sensibles y sutiles son, cómo actúan los materiales que vamos a usar, cómo ponerle la montura y saber si ésta le queda bien... y después de saber esto le subimos a un caballo. ¿Será sensible? ¿será sutil? ¿Tendrá empatía?
¿Qué pasaría si le llevamos a ver caballos estabulados con restricciones de espacio, movimiento, compañía y pasto?
Tenemos una gran labor por delante teniendo en cuenta que todo niño que le gustan los caballos lo primero que ve es un tiovivo con caballos invertidos, con las bocas abiertas, con orejas atrás....
Nuestros ojos están acostumbradísimos a ver sufrimiento en los caballos desde el minuto uno.
Nuestra labor aquí es extender los conocimientos de etología, enseñar y aplicar la empatía y hacer que se difunda lo máximo.
Que los niños de ahora se puedan acercar a los caballos de esta manera les hará crecer emocionalmente, les ayudará a entender su esencia y serán mucho más respetuosos.
La equitación debería ser algo muy sutil, permitiendo que el caballo se desplace libremente debajo del jinete y no a pesar de él. Nuestro cuerpo debe estar relajado y tenemos que ser conscientes de cada movimiento, cada respiración, cada intención. Ser dos siendo uno.
Si me subo a un caballo y lo doblego con instrumentos y lo fuerzo en todos los aspectos... ¿Dónde queda la expresión? ¿Dónde queda el caballo?
La expresión en equitación de centauro es cuando se consigue ser tan sutil que parece que no le estás pidiendo nada al caballo, esto se consigue por supuesto con mucho entreno pero el entreno no es solo la monta, es desde el inicio d
e la relación, ¿cuan sutil quieres que sea a las ayudas? así de sutil debes ser tu desde el inicio, ¿quieres que tu compañero se mueva contigo? Trabaja la sincronía desde el suelo y esto por supuesto hay que sumarle la confianza, porque sin ella no llegas muy lejos, un caballo con tensiones jamás se va a mover bien.
En realidad esto es muy fácil, es usar la lógica pero claro, después de ser consciente de qué es un caballo a todos los niveles.
Hagamos un esfuerzo por entenderlos más, por hablar su lenguaje para que todo fluya y así poder ver caballos relajados, con ganas de aprender y con compañeros humanos REALES.
Un pequeño gran esfuerzo, cuestionarse siempre.
Sandra de Isidro, Septiembre 2021
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